La fábrica de Juan Pampló fue una las primeras grandes instalaciones industriales para la elaboración de tejidos de seda en Burjassot. Los problemas vecinales que generaban los talleres a vapor dentro de Valencia, así como la mano de obra a un precio más reducido, llevó a muchas industrias a trasladarse fuera de la ciudad, en pueblos cercanos y bien comunicados.
La construcción de esta fábrica de hilados y tejidos de seda comienza en el año 1871 en el nuevo camino de Valencia, a la entrada de la población, en los terrenos
de la partida conocida como Racó del Pins,
con unas dimensiones tan importantes que fue considerada en ese momento como la mayor de España.
Su impulsor fue Juan Pampló García,
empresario de la confección de seda, que ya disponía de un establecimiento anterior en Valencia con
fama, al ser el único que en 1867 contaba con telares mecánicos movidos al
vapor y otras innovaciones que la ponían a la altura de los productores extranjeros.
Había formado sociedad con su hijo Vicente Pampló Balader en 1863 bajo el nombre de Juan Pampló e hijo, y adquirió un gran prestigio con la obtención de diversos premios en distintas exposiciones,
como en los años 1867 y 1871 por la Real Sociedad Económica de Amigos del País,
el primer premio en la Exposición Regional del Este de Madrid de 1874, y la
medalla de oro por sus tejidos de seda de la exposición de 1880 de Valencia.
Disponía así mismo de un
acreditado comercio en la calle de San Vicente en Valencia, la denominada Casa
Pampló, donde
se vendían de forma exclusiva los productos de su fábrica de tejidos de
seda en Burjassot.
Al fallecer Juan Pampló el 4 de septiembre de 1879, su familia continuó al frente, bajo la denominación inicial de Vicente Pampló e hijos y después como Viuda de Pampló e hijos. Por su parte, el negocio de la calle San Vicente estuvo al cargo de sus hijos Julián y Estanislao, hasta que se traspasó a los señores García, Vayá y compañía y posteriormente en 1907 pasó a manos de su antiguo encargado Fernando Samuel Ros junto a los empleados Francisco Vidal y Julio Escrich, los cuales quedaron constituidos en 1908 bajo la razón comercial Ros, Vidal y Escrich, aunque respetaron el título de Casa Pampló para honrar de este modo la memoria de sus fundadores. La fábrica de Burjassot continuaba en su propiedad en 1885, ya que queda constancia de una circular del ayuntamiento con los cuidados preventivos en relación a la epidemia de cólera de ese año.
Como grandes
emprendedores, la familia Pampló en 1889 estableció un gran café en la parte
posterior de su edificio recayente a la plaza de la Pelota –después Mariano
Benlliure- denominado El León de Oro, café emblemático en su época, que contó para
la decoración de sus estancias con las obras de los artistas Emilio Sala
Francés y el pintor del momento en Valencia, Ignacio Pinazo Camarlench.
Por lo que respecta a la fábrica, finalmente
acabaron vendiéndola, ya que se tienen noticias de finales de 1891 cuando se
procede a su subasta judicial en manos de Concepción Romero y Martínez.
Coincidiendo
con este acto tenemos la ocasión de conocer datos de su situación, superficie e
instalaciones, que se describen como un edificio
fábrica de seda, compuesto por planta baja y en parte un piso alto que sirve de
habitaciones, cercado de jardín, cerrado de pared, midiendo la parte edificada
1.518 m2 y los patios y jardín 2.344 m2, consistiendo el resto de 540 m2 próximamente hasta formar 4.400
m2 que componen la total superficie del edificio, en un trozo de
tierra entre la pared sur la acequia de Moncada y el camino de Burjasot,
hallándose situado el expresado inmueble en término de dicho pueblo, partida de
Racó dels Pins, junto al camino Real de esta ciudad, al mencionado pueblo;
lindante por norte con tierras de los herederos de D. Vicente Suay, riego en
medio, por levante parte de los campos de D. Vicente Pampló, por mediodía dicho
camino Real y por poniente la acequia de Moncada, riego en medio.
Así mismo se describen los bienes muebles de su interior con el fin de sacarlos
a la venta para cubrir las cantidades económicas que se le demandan a
Concepción Romero, y que son: 92 telares con máquinas de distintas dimensiones
y artefactos correspondientes, varias máquinas desmontadas, 50 batanes de
diferentes dimensiones, once máquinas de encañar, 4 urdidoras francesas
redondas con tres canadoras, tres mesas para dividir la madejas, tres máquinas
para devanar seda, 1 torno de cornia, un peso, un aparato de aspío con 9
devanaderas con relojes y varias devanaderas de recambio, un telar para
preparar telas con engrane y remendadores, una máquina de vapor, sistema
Corliss de seis caballos de fuerza, con su caldera de 70 cm de diámetro y 2,50
metros de longitud con una transmisión, árbol motor y árboles secundarios,
soportes de fundición, poleas, bombas para elevar agua y compresión de aire, 200
embolados o aviadores de diferentes clases, 4 telares mecánicos de una
lanzadera, varios armarios, mostradores y mesas.
La subasta de la fábrica se adjudicó a Bernabé Monfort Vela, de Villanueva del
Grao, que en 1894 arrienda a la sociedad Campoy hermanos por tiempo de 8 años. Éstos poseían un comercio textil en la
esquina de la plaza de la Reina con la calle de San Vicente desde 1882 con
el nombre de Almacenes La
Isla de Cuba, en el que vendían los productos realizados en Burjassot, y así mismo contaban con talleres de sastrería y modistería así como un espléndido
surtido de artículos textiles entre los que incluían mantones de Manila,
pañuelos crespón de la China, lanas, lienzos de hilo, pañería, blondas, géneros
de punto, peletería, estampado, tapicerías, colchas de Damasco y China, géneros
de algodón, cubres de piqué y alfombras.
Teresa Romaní tomó en herencia la fábrica cuando fallece su marido Bernabé en 1903, y cuatro años después se produce la venta a la sociedad Carles y
compañía, concesionaria de la línea de tranvía a Burjassot, que a su vez la arrienda en ese año a Francisco Miralles Albert por tiempo de siete años, y al que acaba
vendiendo el 24 de noviembre de 1910 por
54.000 ptas.
Las
instalaciones no debieron variar en exceso ya que la descripción que se realiza en el acto de venta es exactamente igual a la
descrita cuando se realizó la subasta en 1891. Francisco Miralles, el nuevo
propietario, era un comerciante de
ornamentos de Iglesia con despacho y almacenes en la plaza de la Almoina 5-6 y
la calle Palau 1-3, frente al palacio arzobispal de Valencia. Como refleja en su publicidad, en Burjassot realizaba hilados, tejidos de seda, plata
y oro, que alcanzaron un gran prestigio y se exportaban hasta
América. Disponía de telares a mano y mecánicos movidos a vapor, y en 1906 de iluminación eléctrica, cuyo fluido era producido en el mismo recinto y permitía que los trabajos no fueran interrumpidos por falta de
luz natural.
Francisco Miralles falleció
en 1914 a la temprana edad de 48 años, y hereda la propiedad su
mujer Carmen Castillo Viñes, que mantiene la tienda y la fábrica hasta el año 1924, a nombre de la sociedad Castillo y Candela, y como
sucesores de Francisco Miralles.
De nuevo el edificio se traspasa, esta vez a José
Alcañiz Marín, industrial de la seda, que la adquiría en
sustitución de la que tenía en la calle Caballeros de Valencia.
Contaba con 20 telares y se publicitaba como fábrica de tejidos de seda, plata
y oro, así como tapicerías, cubrecamas y ornamentos de Iglesia. En 1926 era considerado el primer productor de España en los artículos de sedería y arte religioso y su expansión le
llevó a instalar una nueva factoría en Moncada, y abandonar la de
Burjassot.
El
último propietario fue Anselmo
Boix Solá, comerciante natural de San Mateo en Castellón, que tras un paso por Barcelona, llega a la ciudad de Melilla en 1910, donde establece con su hermano una negocio de imprenta y papelería. Al finalizar su estancia en Melilla, adquiere la fábrica de Burjassot en 1929, con tan solo 20 telares y realiza una gran labor de desarrollo que le lleva a emplear hasta 140 personas en los años treinta, muchas de ellas de Burjassot, que confeccionan tejidos de seda, ornamentos para iglesia junto a damascos y tapicerías para cortinajes.
Tras los delicados momentos de la guerra civil, donde la empresa es requisada para la realización de paracaídas, dispuso de materia prima, muy escasa en aquella época, que le permitió su expansión y ampliar los locales a principios de los años cincuenta, con la construcción de un nuevo pabellón con dos naves, una para los telares manuales y otra con 76 telares mecánicos, con una plantilla de 305 trabajadores, en su mayoría mujeres. A su vez contaba con otro edificio frente a la fábrica de cementos, que en origen se dedicó a la elaboración de jabones y que con el tiempo se utilizó también para la instalación de telares.
Anselmo Boix falleció el 29 de enero de 1965 aunque la empresa continuó durante años su actividad con Eduardo Amorós Giménez como director gerente y Valentín Borrell Santana como director técnico, pero el paso de los años llevó al cese de su producción.
Anselmo Boix falleció el 29 de enero de 1965 aunque la empresa continuó durante años su actividad con Eduardo Amorós Giménez como director gerente y Valentín Borrell Santana como director técnico, pero el paso de los años llevó al cese de su producción.
Tras el cierre como fábrica textil,
fue utilizada por la empresa de aplicaciones del mármol Jofral de
José María Ballester Montoliu, y en la actualidad ocupa su espacio la Residencia San José, un edificio
proyectado por Peñín arquitectos en 2004 y que fue finalizado en 2009, tras
haber derribado el edificio industrial.